lunes, 10 de septiembre de 2007

CUANDO UNA CRISIS ES UNA OPORTUNIDAD

08 de Septiembre de 2007
Cuando una crisis es una oportunidadJack y Suzy Welch - Especial para PORTAFOLIO
Aunque la crisis inmobiliaria en Estados Unidos ha afectado a millones de personas, algunos pueden ver oportunidades para aprovechar.
La actual crisis hipotecaria de Estados Unidos, ¿es el comienzo del fin para la economía norteamericana?
- Jacques Wullschleger, Jupiter, Florida -
¿Usted quiere saber si el techo se nos está viniendo encima? No lo culpamos por formular la pregunta de ese modo, dada la volatilidad del mercado en las últimas semanas.
Han existido una serie de bancarrotas de gran nivel que han afectado a empresas norteamericanas. Eso incluye a New Century y a American Home Mortgage. A eso se añade el cierre reciente del respetado fondo de alto riesgo Sowood Capital Management. Y eso sin mencionar los grandes fondos que no se cotizan en bolsa y que están colgando precariamente de una cuerda. O la venta, la semana pasada, de la unidad de abastecimientos al por mayor de Home Depot, que fue drásticamente renegociada a última hora.
No, no le echamos la culpa si su pregunta significa que está tratando de cubrirse la espalda o, peor aún, tratando de agacharse mientras pasa el vendaval. Pues para muchas personas y empresas, este es el momento de hacer lo opuesto y aventurarse. Inclusive, de mostrar agresividad.
En estos tiempos hay propuestas que han surgido en diferentes lugares, y que ocurren una sola vez en la vida. Hay adquisiciones estratégicas que nunca antes parecieron factibles, o depósitos que ofrecen bienes con grandes descuentos. Cada crisis, en materia económica, industrial o empresarial genera, de manera inevitable, ese tipo de extraordinarias oportunidades. Tiene que buscarlas... y mostrar la valentía de aprovecharlas.
Mire, no le estamos diciendo que deje de preocuparse por la desestabilización en el medio ambiente actual. Hace dos meses, en esta columna, señalamos que estaba concluyendo la época del dinero a bajo costo, y que eso traería dolorosas consecuencias para muchos bancos, firmas de capitales privados e inversionistas privados.
Pero, según nuestro punto de vista, esta crisis del sector financiero no es un armagedón económico. Como todos los ciclos, se agotará en algunos meses o en un año, en dos años a más tardar. Basta pensar en la debacle de las entidades de ahorro y préstamo en la década del noventa, en la devaluación del peso mexicano en 1995, en la crisis financiera en Asia, en 1997, y en el estallido de la burbuja tecnológica en el 2000.
Todas esas dislocaciones causaron gran confusión y eventualmente fueron eliminadas por las fuerzas del mercado con cierta intervención gubernamental.
Sin duda alguna eso ocurrirá también en esta ocasión, y con seguridad, pues la economía global subyacente es fundamentalmente vigorosa. Sí, tal vez ingresemos en un período de menor crecimiento, pero gracias a niveles récord de interdependencia económica y de actividad, existe ahora más capacidad de recuperación que nunca.
Por eso, este es el momento para aceptar riesgos. Las recompensas pueden ser muy grandes, inclusive perturbadoras, en el mejor sentido del término.
Uno de los ejemplos es la decisión del Bank of America de invertir 2.000 millones de dólares en Countrywide Financial Corporation, una de las más importantes instituciones financieras dedicadas a préstamos hipotecarios. Countrywide enfrentaba problemas de liquidez y de credibilidad. La decisión de Bank of America no solo le permitió obtener ingresos en el corto plazo. También le permitió pegar un gran salto adelante en el negocio de las hipotecas, y abrir las puertas a un flujo de nuevos depósitos. De un solo viaje, Bank of America amplió su participación en el mercado y acentuó su perfil en la industria, cambiando de manera básica su posición competitiva.
Por supuesto, no se trata de un ejemplo solitario. Las aflicciones financieras de Japón a comienzos de la década del noventa dieron lugar a que numerosas empresas, entre ellas AIG, Ripplewood Holdings y CitiGroup, pudieron obtener valores a precios muy atractivos e ingresar a un mercado que hasta ese momento había estado cerrado. Esas apuestas se hicieron en un medio ambiente de condiciones catastróficas. Y esas compañías se convirtieron en grandes ganadoras a medida que Japón se fue recuperando.
De manera similar, tras el colapso de Enron, Warren Buffet fue capaz de asumir una posición en el negocio de los oleoductos a precios muy bajos. Se trató de un acuerdo con una recompensa a toda prueba. General Electric, de la cual Jack fue en una ocasión presidente del directorio, logró obtener un buen precio por los bienes de Enron en materia de energía eólica. Eso permitió a GE ingresar en un negocio vinculado con fuentes alternativas de energía.
Por cierto, la historia de los negocios está repleta de peligrosos riesgos que se transforman en grandes beneficios. El asunto es que cualquier persona puede invertir en una tendencia, del mismo modo en que muchas personas invirtieron en los últimos años en el mercado de viviendas con primas riesgosas. Ese tipo de inversiones son fáciles de realizar. Lo que resulta mucho más arduo, aunque brinda mayores recompensas, es invertir en los escombros que dejó una tendencia tras frenarse debido a sus propios excesos.
Ahora bien, obviamente, ninguna empresa disfruta de una caída. El costo personal es siempre muy alto. Los empleados pueden perder sus trabajos y sus viviendas. En ocasiones, deben mudarse, o comenzar de nuevo, o hacer ambas cosas. Pero un dato indiscutible es que el capitalismo consiste en alzas y bajas. Las industrias hacen contratos y colapsan. Se registran bancarrotas, ocurren ciclos. La mayoría de las compañías aprovechan las obvias oportunidades. Eso está bien. Pero los ganadores del mañana son con frecuencia aquellos que aprovechan todas las oportunidades, incluidas aquellas que surgen cuando, o debido a que, el cielo se está desplomando.
Jack y Suzy Welch son autores del libro 'Winning'Pueden enviarles preguntas por correo electrónico a Winning@nytimes.com.

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