jueves, 8 de noviembre de 2007

INCLUIR Y NO EXCLUIR

Incluir y no excluir
Una ingeniosa campaña de publicidad que por estos días ha aparecido en diferentes medios de comunicación en Colombia, hace referencia a los estudiantes de la llamada ‘Universidad de la vida’, aquella escuela obligatoria por la que pasan todos los seres humanos y que, tristemente, para un número inmenso de personas es su única instrucción. Y aunque los comerciales de marras sirven para convencer a la audiencia sobre la bondad de un seguro educativo, el trasfondo es evidente al decir que la preparación es fundamental para no quedarse atrás en el mundo moderno.
Ese mismo mensaje, dicho de otra manera, es uno de los que surge de un documento dado a conocer por el Banco Interamericano de Desarrollo la semana pasada. El trabajo titulado ‘¿Los de afuera?’ habla sobre los patrones de exclusión social en América Latina y el Caribe, que no es otra cosa que la negación de oportunidades y servicios de calidad de la que son víctimas grupos específicos de personas que, de otra manera, podrían salir de la pobreza.
El tema, como es evidente, no es nuevo en la región. Es conocido que Latinoamérica es la zona más inequitativa del mundo y eso tiene que ver con que tradicionalmente millones de personas no han recibido el apoyo de Estados que hacen caso omiso a programas de redistribución o de justicia. También le cabe responsabilidad en lo sucedido a las crisis económicas o a la indolencia de la misma sociedad a la que, supuestamente, pertenecen los marginados. El ejemplo más típico son las comunidades indígenas o de origen africano, al igual que las mujeres o los ancianos.
Sin embargo, también es cierto que en los diferentes países se han desarrollado esfuerzos puntuales para incorporar a esos grupos a la sociedad, ya sea a través de planes de apoyo o de desarrollo de normas concretas. Experiencias como el mayor gasto social en programas de educación o salud saltan a la vista, pero también son válidos ejemplos dados como el de la Constitución de 1991 que en Colombia reconoció los derechos y las condiciones especiales de las tribus autóctonas o de las minorías negras. Igualmente, la región es más próspera, particularmente al cabo de un lustro en el que ha registrado uno de los mejores desempeños de su historia reciente.Pero a pesar de esa mejoría, es evidente que todavía queda mucho por hacer, no solo con los enclaves de personas ya mencionadas, sino con otros nuevos. Y es que la investigación del BID sostiene que “la exclusión social, históricamente arraigada en diversas formas de estigmatización de grupos tradicionalmente identificados por su raza, origen étnico o sexo, ha cambiado en la misma medida que la región y ahora afecta a segmentos mucho más diversos y crecientes de la población”. Dicho de otra manera, el progreso también ha generado una nueva clase de marginados, mucho más visibles y urbanos que antes, pero también más heterogéneos. Un caso típico es el de las personas dedicadas al ‘rebusque’ en cualquier semáforo de una metrópoli latinoamericana. El trabajo mencionado argumenta que la persona que vende cigarrillos o tarjetas de minutos de teléfonos móviles orbita alrededor de una sociedad próspera, pero sin jamás pertenecer a ella. Un caso más lamentable todavía, particularmente colombiano, es el de las decenas de miles de desplazados por la violencia que deambulan por las calles de las ciudades, sin otro capital que un cartel que describe su condición y sin la posibilidad de salir del limbo en que se encuentran.
Más allá de la injusticia que ello representa, el BID sostiene que América Latina nunca podrá alcanzar el progreso si no combate la exclusión, una lucha que debe ser dinámica y comprender medidas diversas. De tal manera, una política que promueva la inclusión debería tener elementos normativos, institucionales e instrumentales, asuntos en los cuales Colombia tiene cosas para mostrar, pero también mucho que aprender. Y es que más allá del camino recorrido es innegable que todavía faltan años de esfuerzo para que la brecha sea más pequeña y el número de egresados de la universidad de la vida muestre una clara tendencia a la disminución